En algún momento de nuestras vidas —o en varios— nos preguntamos cómo le hicieron los grandes inventores, científicos y pensadores del mundo. ¿Cómo se les ocurrió tal genialidad?

Descubrir la energía eléctrica, inventar la computadora, crear redes sociales como Facebook, son todas ideas «millonarias», aunque la mayoría de los genios del mundo no recibieron dinero por hacer sus —después— exitosas creaciones. Lo interesante es que todos ellos tienen algo en común: son unos fracasados.

Así es. Todos ellos fracasaron muchas veces, algunos de ellos se murieron en el total y absoluto fracaso, pero sus ideas dieron pié a descubrimientos posteriores que de otra forma no se hubiera logrado. El caso es que no se nace genio… bueno, a lo mejor Albert Einstein y unos cuantos más sí, pero todos se equivocaron… y muchas veces. Lo que realmente los diferencia de nosotros, los simples mortales, es que ellos tenían una visión más allá del fracaso y siempre lo aceptaron como parte del proceso para lograr su propósito principal.

O sea que estaban seguros que iban a fracasar, se equivocarían muchas veces sabiendo que esa es la única manera de llegar al resultado que visualizaron. Imagínese lo que hubiera pasado si Nikola Tesla se hubiera rendido al primer corto circuito, ¡estaríamos a oscuras! Por cierto, dicen que Tesla murió a los 87 años y en la completa miseria, no tenía ni donde caerse muerto.

Entonces, si queremos crear algo debemos saber que vamos a fracasar, de hecho es un paso necesario para lograr el éxito. Nadie le atina a la primera, nadie. Algunas empresas que promueven la creatividad ya se han dado cuenta de que necesitan que sus empleados fracasen, se equivoquen pero que estén lo suficientemente motivados y enfocados para seguir persiguiendo el objetivo.

Fracaso es una palabra a la que le tenemos mucho miedo; nos da la idea de una sentencia permanente a que algo sea imposible de que suceda: si fracasaste se acabó el juego, ya no hay más oportunidades… ¿pero quién determina que no hay más allá? Pues nosotros mismos. El fracaso sólo puede servir para dos cosas: para lamentarse toda la vida del error o para aprender, modificar e intentar de nuevo, seguramente para volver a fracasar más adelante pero sabiendo que los esfuerzos jamás serán en vano; todo cuenta.

 

Así qué…

Con permiso: Fracasaré una y otra vez para crear y mejorar. Sé que el éxito es sólo la afinación y recalibración de los resultados de cada uno de los fracasos anteriores; dicho de otra forma, echando a perder se aprende.

 

«El fracaso es a menudo el pionero en las nuevas tierras, empresas o formas de expresión.»

Eric Hoffer

Escritor estadounidense especialista en psicología social y ciencias políticas.

 

*Artículo publicado en mi libro «Con Permiso: me dispongo a vivir».

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