Por si usted no lo sabía, hoy 27 de octubre es el día del corrector, así que si de casualidad usted ve a uno ¡felicítelo! Hace diez años —en el 2006— se estableció el Día Internacional del Corrector por parte de la Fundación Litterae en Argentina y para el siguiente año se adoptó esta celebración en México y España.
¿Y qué hace un corrector? Pues modificar el texto que alguien más ha escrito para que éste sea lo más claro posible para el lector. Más académicamente, se define al corrector como «un profesional de la edición y del lenguaje cuyo objetivo es que el lector reciba con claridad y sin errores el mensaje del autor independientemente del soporte». ¿Cómo la ve?
Hay distintos tipos de correctores, por ejemplo: el de estilo que revisa la coherencia del texto, su gramática, ortografía, etcétera; y el tipográfico que comprueba que el texto tenga los espacios, caracteres y tipografías adecuadas antes de la impresión. En el pasado no muy lejano, si eras corrector la gente sabía que te iba muy bien económicamente porque se les pagaba mucho dinero antes de invertir las grandes cantidades de dinero que se necesitaban para poder imprimir; los correctores eran indispensables y por eso cobraban muy bien.
Las cosas cambiaron, la tecnología avanzó e imprimir se volvió más barato, por lo que cambiar algo que se ha imprimido ya no asusta a nadie. Además, surgió el enemigo —que muchos peligrosamente consideran un amigo— de quien sea que escriba algo: el autocorrector electrónico. Increíble, pero cierto es que mucha gente que tiene que redactar cosas importantes dentro de organizaciones, instituciones y empresas se apoyen únicamente en el autocorrector del Word en su computadora y consideren que la contratación de un corrector profesional es un lujo. Esa es la razón por la que hemos encontrado cada escrito ¡que espanta! Artículos, reportes, boletines, avisos, anuncios, correos, contratos, conferencias… hasta los tuits; todo puede ser revisado por un corrector profesional. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Pues que el texto esté escrito correctamente para dar un mensaje claro al público mientras se cuida la imagen y reputación de la persona o empresa que emite la información. La realidad es que no hacerlo resulta muy, pero muy caro.
Así que hoy felicite a un corrector. Si no puede encontrar uno, yo se lo presento. Pero si sus publicaciones —personales o de su empresa— claman por un corrector, ¿qué espera en contactarnos? Nosotros le ayudamos con mucho gusto.
Más servicios: http://www.reacom.mx/sitio/servicios/